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La calle de los 37 bares

Los vecinos de la calle de Parlament, en el barrio de Sant Antoni de Barcelona, critican la apertura de bares y restaurantes y alertan de la pérdida de comercio tradicional

Basta googlear“calle Parlament”. El resultado: “La calle de moda”; “Los mejores bares y tapas”; “Una calle on fire”. Esta vía de apenas 58 números, tres manzanas al sur del barrio de Sant Antoni del Eixample, entre el Paral.lel y la ronda de Sant Pau, donde se ubica también el pequeño paseo de Calders, se ha convertido en los últimos tiempos en un espacio de referencia en bares y restaurantes. Hay 35, el último abrió el viernes. Y dos más en obras. Algunos abren solo de tarde-noche.

Los vecinos del entorno señalan también nuevas tiendas de productos de alimentación de gama alta y lamentan lo que llaman “un monocultivo” que ha comportado, lamentan, pérdida de comercio tradicional. Desde el gremio de Restauradores, Roger Pallarols defiende una “etapa de éxito” de la calle de Parlament y asegura que la oferta “es aceptada por la mayoría del entorno y también de la ciudad”.

Para evitar que el fenómeno vaya a más, y con la perspectiva de la apertura del mercado de Sant Antoni tras la espectacular reforma, el Ayuntamiento de Barcelona dictó hace nueve meses una moratoria de apertura de nuevos locales. Un freno de un año para redactar un plan de usos que fije qué se puede abrir y qué no. Y que cuando el Consistorio lo planteó ya advirtió que buscará “garantizar el equilibrio de usos, preservar el descanso de los vecinos y que proliferen de forma descontrolada las actividades vinculadas al monocultivo de servicios, ocio y souvenirs”.

No es difícil escuchar lamentos en boca del primero que uno para en la calle. “Llevo 25 años trabajando aquí y antes, cuando iba de una esquina a la otra, podía comprar fruta, huevos, una tele o encargar unas cortinas. Ahora solo me puedo tomar cortados, son todo bares. Y comer tampoco puedes, porque te clavan. Estos locales lo importante es que se vea la manzana del ordenador”. Dani lleva media vida trabajando en dos farmacias de la zona y lamenta la deriva de la calle de Parlament y sus transversales, Borrell y Viladomat. Como llora la pérdida de vecinos de toda la vida.

Desde el bar Gol, uno de los pocos de toda la vida que quedan en la calle, Josep presume de un local que ha “sobrevivido 74 años”. “Cada uno tiene su clientela” dice con las mesas del bar a tope. Pero añora el barrio como era antes: “Este era un barrio familiar, y ahora no conoces ni al vecino de abajo, vas al súper y ni te conocen”.

Los primeros en levantar la voz sobre la transformación de la zona fueron los vecinos de la plataforma Fem Sant Antoni. El barrio ha recibido la onda expansiva de las moratorias de nuevas aperturas de pisos turísticos y locales de Ciutat Vella y el colectivo lleva años alertando de la sustitución de usos vecinales por otros más rentables. “No tenemos nada contra los turistas ni contra los bares. Es una cuestión de cantidad, de densidad, y de que el uso que tienen estos locales no es de proximidad, su público no son los vecinos, sino a turistas y personas de alto poder adquisitivo. Como la subida de alquileres o los pisos turísticos, todo ayuda a la expulsión de vecinos, es una causa más de gentrificación”, opina Vladimir Olivella, del colectivo vecinal.

Problemas con obras

Fem Sant Antoni también ejercido de altavoz de iniciativas como un mapa que muestra gráficamente la proliferación de bares. También ha dado a conocer conflictos concretos, como cuando algún propietario ha hecho obras sin los permisos necesarios. Es lo que ocurrió en verano pasado con la cafetería que abrió este viernes. Las obras estuvieron un tiempo paradas hasta que el propietario subsanó lo que faltaba y las pudo acabar, explican fuentes del distrito.

La concejal del distrito del Eixample y de Comercio, Montse Ballarín, defiende “la mezcla de usos” y reconoce que “el aumento de hostelería, tiene ciertos riesgos” para el comercio de barrio. “La calle de Parlament estaba muy parada y se ha dinamizado, pero no es positivo que se focalice en una sola actividad”. Ballarín recuerda que los comerciantes de la zona ven el turismo como una oportunidad y explica que el distrito trabaja en el nuevo plan de usos, que precisamente buscará una mezcla de actividades y “acotar la restauración”.

Vicenç Gasca, presidente de los comerciantes del barrio, aplaude la elaboración del plan de usos, “para que Sant Antoni mantenga su carácter, que no se colonice solo una sola oferta y devenga un barrio clónico”. Gasca también habla de mix: “Estamos a favor del mix comercial y también de bares y restaurantes, sobre todo si están integrados en el tejido vecinal”. Sobre el caso concreto de la calle de Parlament, cuestiona que sean “establecimientos concretos” y espera que “no alteren la vida vecinal”.

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